Época: Renacimiento agra
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1300

Antecedente:
Renacimiento agrario, mercantil y urbano
Siguientes:
Areas comerciales
Ferias y mercados
Moneda y crédito
Ciudad y mercaderes
Características del comercio



Comentario

Acaso se haya denominado con excesiva pretensión al despertar comercial posterior al ano mil como "revolución" por equiparación con la que iba a ser la siguiente revolución en importancia socioeconómica de la historia de Europa: la industrial. Pero si bien en esta primera se trató de un impulso minoritario que arrastró e implicó después a la mayoría, las consecuencias en la transformación de las relaciones y dependencias mercantiles fueron de tal calado que han dado pie para poder hablar a continuación de un primer "capitalismo mercantil" como precedente al capitalismo financiero y al industrial, propios de las edades moderna y contemporánea.
No obstante, las condiciones en las que se desarrolló el impulso comercial en los años del crecimiento europeo favorecieron desde el comienzo la configuración de un entramado humano y material, soporte de las actividades intercambiadoras propias de un sistema nuevo de valores que hizo del mercader aislado -existente desde mucho antes del siglo X- un eslabón y, a la vez, un dinamizador y canalizador de los excedentes productivos proporcionados por un aumento de la masa trabajadora dependiente e independiente, el estimulo señorial y su presión y codicia sobre los vasallos, y la racionalización en la explotación de sus dominios en las propiedades monacales y episcopales. Porque el abandono de la exclusividad productiva del campo en aras de la dedicación a otras actividades no agrícolas, e impropias también de los privilegiados, dejaba de ser una ejecutoria marginal y perseguida pare enganchar a espíritus inquietos, arriesgados y desprendidos de cualquier tutela dominial que les impedía desarrollar sus capacidades de iniciativa y especulación.

Pero no debemos engañarnos, el gran comercio se consolidó, sobre todo, a partir del siglo XIV y lo anterior no fue sino un ensayo general de tres siglos que preparó el terreno para la auténtica profesionalidad mercantil de quienes, en la baja Edad Media, llegaron a constituir grandes fortunas al margen de la herencia familiar y aristocrática o de la percepción de rentas, derechos y propiedades por concesión regia o voluntad testamentaria, como es el caso de la Iglesia en general. Y tampoco cabe pensar en un fenómeno uniforme, sino que la movilización de las diversas áreas comerciales a raíz de la iniciativa italiana, precursora en tantas renovaciones, fue progresiva y dispar.